
Ella con una hermosa figura,
Que ilumina la más oscura noche,
Y hace entonar a los cuervos un hermoso canto,
Mientras las estrellas danzan en su infinito.
El con facciones bruscas,
Imponiendo miedo en su andar,
Ahogando a la humanidad en su saliva,
Y envenenando el aire con su respirar.
El tiempo aunque es el mismo,
Parece detenerse a esperar,
Y aquel reloj de arena,
No para de contar.
Sus mentes invadidas de soledad,
E historias pérdidas,
El viento quebrado por sus huesos,
Y de sus rostros ni una lagrima a desahogar.
Distintos caminos hacia el mismo lugar,
Y el destino juega con ellos,
Aun así es testigo de aquel amor lunar,
Que solo la oscuridad los podrá encontrar.
Pero...
Ha llegado la hora de alimentarse,
Y ellos…
Alejados de la sociedad, maldecidos por la misma,
Enclaustrados en si reniegan el desierto de sus vidas.
Con sus ojos fijos en la noche,
Buscan la sonrisa vacía de la nada,
Evocan fantasías efímeras,
De un anhelo próximo.
Planean con el crepúsculo levantar vuelo,
En busca del banquete,
Cuellos acuosos, cuerpos calidos,
Piel tersa y sangre a chupar.
No desean más que saciar su apetito,
Y sus naturalezas los desvestirán,
Tan solo un cruce de miradas,
Y cedidos al negro cupido, ahora están.
Ella con su desbordante ternura,
Fija a sus ojos se adentra en el,
Mientras sus manos palpan aquellos labios carmín,
El con actitud tranquila y pausada,
No inmuta palabra,
Mas su lengua a gritos suplicaba por probar,
Aquel pálido rosa que vestía su boca.
Algunos besos lentos,
Minutos después la pasión los poseyó,
Sus atuendos fueron débiles,
No soportaron la impaciencia de ellos,
Y aquel suelo fue cubierto con preciosas telas.
Su larga cabellera cubría sus pechos,
Pero el sudor que los mojaba,
Divulgaba esa perfecta redondez,
Que la gravedad aun no había podido hurtar.
El, hombre viril y apasionado,
Embrujado por los gemidos de aquella dama,
Extasiado ardía en su interior,
Y esa misma noche se entregaron al amor.
Al final solo la eternidad,
Presenciara un mar de orgasmos,
Y glorificara el recuerdo de esa noche,
En que nacieron aquellos amantes nocturnos.